Cuando la crisis financiera se ha extendido ya por todo el planeta (comenzando a afectar incluso a las periferias que se suponía que lograrían eludir sus efectos) no hay ya posibilidad de disimular su origen inmediato: la permisividad de la administración Bush y de la Reserva Federal que facilitó que los bancos hipotecarios norteamericanos generasen millones de títulos muy arriesgados y que los distribuyeran disimuladamente por todo el sistema financiero mundial.
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