Por si no fueran ya suficientes los discursos y las medidas de ajuste de los ‘cirujanos de hierro’ que pretenden hacer recaer los efectos de la crisis económica sobre los ciudadanos y sus derechos sociales y democráticos, resurge ahora el manido debate del copago como fórmula milagrosa para la moderación de la demanda de servicios en el sector sanitario, ya que se reconoce que no incidiría de forma significativa en la financiación del sistema.
Pero como en la guerra, también en las batallas ideológicas y sanitarias lo primero que muere es la verdad. En este caso el término copago pretende trasladar la imagen falsa del ‘gratis total’ hoy en día para los ciudadanos en la atención sanitaria, cuando son estos quienes financian nuestro Sistema Nacional de Salud con sus impuestos. Se trata, por tanto, no de copago sino de ‘repago’ ya que se pretende una doble imposición para financiar el sistema introduciendo de nuevo el precio en un sistema sanitario que hasta ahora se basaba en necesidades de salud y en valores como la universalidad, la equidad, así como la financiación y la previsión públicas. Todo ello quedaría cuestionado por un precio que, aunque supuestamente simbólico, aumentaría la marginación y la falta de equidad a los sectores con menor renta o peor informados y, por consiguiente, un mayor deterioro de su situación de salud que ya hoy está lejos de la de quienes disfrutan de las rentas más altas (hasta diez años de diferencia en esperanza de vida).
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